jueves, 11 de abril de 2013

SURREALISMO Y REALISMO MÁGICO EN EL ECUADOR

El surrealismo europeo sirvió a nuestros jóvenes escritores ecuatorianos y latinoamericanos, para renovar su lenguaje literario y aventurar en otros estilos, con nuevas técnicas: libertad sin límites para afrontar lo erótico, lo onírico, lo impúdico, lo sicológico profundo, el subconsciente, lo simbólico, para confrontar el otro lado de la realidad y tradición burguesas. Pero acá se dio al surrealismo europeo un giro personal, individual, gracias a las motivaciones sociales particulares y a nuestros elementos nativos muy propios como la abundancia y fugacidad de nuestro mundo barroco.
 
 
La generación del 30, debió "enseñarse a sí misma a escribir" -dice Adoum- para ir del tema consagrado del surrealismo (realismo artificial - estéril) al descubrimiento de los realismos: maravilloso y mágico, ambos fecundos, irreverentes, naturales, fugaces y rehumanizantes.
 
Hablamos, se intuirá, de nuestra realidad mestiza profunda de rasgos indo-africano-barrocos muy nuestros. Tradición folcklorica enraizada, sobre todo, en el mundo rural donde lo real-racional, con naturalidad, es aceptado para confundirse con nuestro propio surrealismo, esa otra realidad de lo mágico-mítico. La ciudad, pese a toda modernidad, también es orgullosa receptiva, más si la migración rural es acentuada. Recuérdese "La Mamá Negra", "El Pase del Niño", "Los Carnavales", "Los Finados", "Amorfinos".... realismos barrocos visibles, celebrados, incluyentes.
 
 
 
 
 
De manera que era de esperarse que la "Generación del 30", en su literatura montubia, narre ese universo, a la vez, real-racional-mítico-mágico, con la naturalidad con la que se acepta y vive. En sus narrativa ya se anuncia el realismo-mágico, mundo mítico barroco, supranatural, confirmado más tarde y celebrado en Cien años de Soledad. Para certificarlo no hay nada más que ir a la "Tigra" de José De La Cuadra, a "Don Goyo" de Aguilera Malta, al "Guaraguo" de Gallegos Lara, o a "Un Hombre Muerto a Puntapiés" de Palacio, por citar apenas cuatro ejemplos nuestros.
 
 
 
 
 

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