ELEGIA DEL DESEO
Alfonso
Moreno Mora
Subimos la colina... Era la vida
que
cantaba a compás de viento y fronda,
a
pesar del crepúsculo y de la honda
soledad
de la tierra anochecida.
En
mis hombros su brazo, distraída
miraba
de luciérnagas la ronda;
mi
mano descansaba en su redonda
y
mórbida cadera endurecida.
A
la máxima luz de las estrellas,
por
un mismo deseo arrebatados
confundimos
suspiros y querellas...
y
al sentirnos por Eros atraídos,
como
caen dos álamos tronchados,
caímos
en los céspedes mullidos...
Líndica
Por José María Egas
Y se llamaba Líndica… Gitana
de ojos bandidos y de faz morena,
que en el cortejo de su caravana,
pasó por los eriales de mi pena.
Me dijo frases truncas… de la Muerte,
del Amor, de la Vida y del Arcano,
descifrando misterios de la suerte
en las líneas absurdas de mi mano.
Quise hablarle de amor. Y de repente
se estremeció su corazón de Oriente
con mi devota ingenuidad cristiana.
Y en ese instante, con unción secreta,
¡fundí mi raza blanca de poeta
con su raza maldita de gitana!
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